martes, agosto 01, 2006

El dueto de Omara Portuondo con Zeus en Roma


“Este es el verano mas caluroso de los ultimos anos”, es la expresion que se repite, una y otra vez, cada julio en Roma. Miles de turistas –que se reproducen y devoran la ciudad como lo sentencia Cortazar en “Instrucciones para matar hormigas en Roma” de Historias de Cronopios y Famas-, se lanzan a las fuentes creyendose Anita Eckbert en “La dolce vita” de Fellini. Y es que el calor, ciertamente, es insoportable. Del asfalto se alza un vapor que no deja espacio a la respiracion. La asfixia es una temperatura permanente.

Pero la noche del pasado lunes 24, una brisa que amanezaba ser el anuncio de una lluvia inorportuna, no contento a los asistentes del concierto de Omara Portuondo en el Parco della Musica de Roma. Esa noche, por ningun motivo, podia llover.

El anfiteatro es a cielo abierto, y esta rodeado por otros tres grandes teatros que dan cobijo a los miles de romanos que buscan distraccion para la depresion tipica del gobierno. El completo cultural cuenta con un bar- restaurante, muy de moda este verano, libreria, cafe y sala de exposicion. El afamado arquitecto Renzo Piano, fue muy criticado por el diseno de esta estructura, que no se corresponde con la conocida tradicion romana. Entres los proyectos del arquitecto estan varios edificios en Francia, Japon y Estados Unidos, donde se destaco con la nueve sede del diario “The New York Times”

Danza de la no-lluvia
“Aspetta lluvia, aspetta”, dijo en un fascinante italiano con acento antillano la unica mujer registrada por Win Wenders en el documental “Buena Vista Social Club” (1997). Con los brazos largos simulaba realizar un ritual shamanico al contrario para alejar el aguacero, invocando en sus canciones a los espiritus de Chango y Yemanya.

La sugestiva iluminacion del auditorio (con colores violeta y azul) se turnaba con el blanco de los relampagos, al tiempo que Omara, bautizada como la Edith Piaf cubana, alzaba la voz, contradictoriamente profunda y dulce, cada vez que un trueno pretendia apaciguar su canto. El mejor de los duetos (que en su caso no es poco decir, ya que compartio voces con los grandes y recordados Ibrahim Ferrer y Compay Segundo) fue esa noche con Zeus, cuando la lluvia amenazaba con “aguar la fiesta”

La orquesta “Roma Sinfonietta” –un grupo de inquebrantables jovenes musicos vestidos de negro, fue dirigida por el cubano Roberto Sanchez Ferrer. Ellos tocaron junto a la banda de musicos cubanos, combino lo mejor de un conjunto de cuerdas europeo, con el sabor caribeno en timbales, violin, trompeta, piano, y por supuesto, voz. Ademas de los unicos movientos de caderas que se veian en el escenario.

Omara Portuondo, a pesar del cansancio de sus 70 anos de vida, y de la tristeza de saberse la ultima de una estirpe de musicos emblematicos, continua haciendo lo que tanta dicha le dio a ella y a su grupo hacer: arte musical. Ella, no deja de danzar como una vedette que vuelve a los

El modo en el que modula, en el que da vida a una melodia con su voz, la forma que tiene de interactuar con el publico y hacer danzar incluso a cuerpos eurpoeos, es una manifestacion artistica de una magia a considerar.

Ni el pianista ni ella se pudieron resistir al llamado de la musica y se alzaron para bailar juntos. A los cuerpos que nacen y crecen en America Latina, la musica cubana le dice cosas que otros no pueden escuchar pero que si se contagian. Un italiano que estaba en los violines estivo a punto de no resistir la invitacion que Portuondo le hizo desde su extremo de la tarima.

Del repertorio se destacaron por su contagiosa emotividad y alegria, los temas “Pensamiento”, “Lo que me queda por vivir”, “Noche antillana”, “La siviera”, “Guantanamera”, “Mueve la cintura, mulato”. Todas las peticiones del publico fueron cumplidas: “Lagrimas negras”, “Veinte anos”, una “Conga” improvisada a la que Omara Potuondo le tuvo que poner freno, porque de lo contrario los musicos habrian pasado toda la noche tocandola. Y, finalmente, una sentida interpretacion de “Dos Gardenias”, dedicada a la memoria de su companero inseparabile Ibrahim Ferrer.

A gritos, los asistentes alargaban a la Portuondo con frases como ‘sei bravisima’ y ‘te quiero’, a lo que ella respondia con afectuosos ‘tue eres bravisimo’ ‘yo tambien te quieto, amore mio’.

Una noche magica, en la que Zeus –o el dios Tlaloc, como lo llamarian los aztecas- espero a que terminara de cantar la diosa del Buena Vista Social Club para refrescar la acalorada capital italiana. Y tambien disfrutar del espectaculo.

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